top of page
El judaísmo del Segundo Templo y Yahushúa ha Mashíaj

    El entendimiento del periodo llamado judaísmo del Segundo Templo es clave para la correcta comprensión de las enseñanzas de Yahushúa ha Mashíaj; cualquier interpretación que no tenga en consideración este entorno cultural está condenado a tergiversar el espíritu del mesianismo israelita y el mensaje del rabí Yahushúa ben Yoséf tal y como son plasmados en el Nuevo Testamento o Brit ha Dashá. Triste es aceptarlo, pero esta es la lección que pocos han aprendido: Usualmente los análisis cristianos del judaísmo y del movimiento nazareno de dicho periodo, son formulados con el cuadro mental del concilio de Nicea; cuando el cisma cristiano ya había ocurrido, e importantes doctrinas de origen helenista se habían incorporado al cuerpo teológico de la Iglesia. En el otro extremo del espectro tenemos a los análisis judíos sobre la persona y obra de Yahushúa Rabenu; los cuales son hechos casi siempre partiendo desde la óptica talmúdica; cuando el judaísmo se había ya homogeneizado tras medio milenio de análisis y debates sobre la Halajá. Tales aproximaciones adolecen de un problema común, el anacronismo. Juzgan un periodo específico de la historia del judaísmo con los sentidos de una época muy posterior. 
    El judaísmo del Segundo Templo recibe su nombre porque evolucionó durante el tiempo que el Templo de Herodes estuvo en pie. Fue una etapa de expectativas y planteamientos, rica en pluralismo tanto en la teología como la Halajá, con aproximadamente 24 escuelas y subescuelas de pensamiento que luchaban entre ellas por hacer preceptivas sus doctrinas al judaísmo en general; siendo las más importantes la farisea, la saducea, la zelota y la esenia. Pese a la incesante exégesis, los rabinos y maestros más destacados reconocían haber encontrado secciones del Tanaj o Antiguo Testamento difíciles de comprender. Cuando esto sucedía declaraban que las tales serían explicadas en su verdad última cuando el Mesías o el profeta Elías apareciesen. Mientras tanto, procuraban fincar rígidamente sus interpretaciones, “sin apartarse ni a derecha ni a izquierda” de los cánones de su academia, y conduciendo a sus discípulos a un cuidadoso estudio del Tanaj y sus métodos particulares de interpretación. 

    Como en toda época en que el conocimiento humano da un gran salto hacia delante se desarrolló una terminología propia que describía el perfil distintivo de las nacientes orientaciones teológicas y la forja de nuevas tradiciones. Vemos así, que en aquel entonces era una costumbre muy extendida que un rabino o aspirante a esta dignidad presentara una disertación sobre alguna sección o parashá de la Toráh. Si su exposición estaba adecuadamente fundamentada se decía que había “establecido la Toráh”. Por el contrario, si su interpretación había sido errónea, sus colegas declaraban que “había abolido la Toráh”. Mas, si su exégesis tocaba las cumbres de la excelencia se declaraba que había “llegado al nefesh − נֶפֶשׁ alma o sangre− de la Toráh”. No debe maravillarnos el hecho que idéntica terminología exista en el Nuevo Testamento o Brit ha Dashá, ya que Yahushúa y sus discípulos, al igual que el resto del pueblo, fueron educados por los rabinos de su comunidad. Los ejemplos son abundantes, y evidencian directa e indirectamente la correcta contextualización del judaísmo nazareno como parte viva del judaísmo Segundo Templo (Mt. 5:17).  

Por Francisco Martínez

Del libro: “La Salvación viene de los Judíos”

Derej ha Shem

Todos los Derechos de Autor Reservados

Se permite una copia parcial si se especifica la fuente y el autor.

bottom of page